ABSTRACT
Introducción: El primer año de vida del niño constituye una de las etapas más vulnerables del ciclo de vida. La leche humana es el alimento óptimo desde el nacimiento hasta los 2 años o lo que la familia desee. Aunque muy pocas circunstancias clínicas contraindican la lactancia, menos de la mitad de los niños la reciben en forma exclusiva hasta los 6 meses. En esas situaciones, se plantea la controversia acerca de la mejor opción de leche a utilizar, en combinación con los alimentos complementarios. Desarrollo: En circunstancias en que la lactancia materna (LM) se halla disminuida o discontinuada, la recomendación nutricionalmente más adecuada es el uso de fórmulas infantiles. Diferentes motivos determinan que la leche de vaca (LV) sea la última opción, por su propio perfil de nutrientes y su condición de factor de riesgo de deficiencia de hierro en menores de 2 años. Se desarrollaron cuatro escenarios según la edad del niño/a: 6 a 8 meses y 9 a 12 meses, que combinan LM, LV o fórmula, y ejemplifican tipo y cantidades de alimentos complementarios junto con los resultados en términos de adecuación de energía y nutrientes. Conclusiones: Un adecuado manejo del componente lácteo en el primer año de vida contempla eventuales inadecuaciones cuando la alimentación complementaria es precoz, tardía o inadecuada en densidad nutricional, y representa una ventana crítica para un buen crecimiento y el desarrollo, la conformación de una microbiota abundante y diversa y el desarrollo de un patrón gustativo saludable
Introduction: The first year is one of the most vulnerable period of the life cycle. Human milk is the optimal food from birth to 2 years or whatever the family wants. Although very few clinical circumstances contraindicate breastfeeding, less than half of children receive it exclusively up to 6 months. In these cases, controversy arises about the best option of milk, in combination with complementary foods. Development: In circumstances in which breastfeeding (BF) is reduced or discontinued, the most nutritionally appropriate recommendation is the use of infant formulas. Different reasons determine that cow's milk (CV) is the last option, due to its own nutrient profile and its condition as a risk factor for iron deficiency below 2 years. Four scenarios were developed according to the child's age: 6 to 8 months and 9 to 12 months, combining BF, LV or formula, exemplifying type and quantities of complementary foods and the results in terms of energy and nutrients adequacy. Conclusions: Adequate management of the dairy component in the first year of life, contemplating possible inadequacies when complementary feeding is early, late or inadequate in nutritional density represents a critical window for good growth and development, the development of an abundant and diverse microbiota and of a healthy taste pattern