ABSTRACT
Se revisa la experiencia con 30 crisis porfíricas en 25 pacientes atendidos a partir de 1967. Veintiún pacientes tuvieron 1 crisis, tres presentaron 2 y uno 3 de estos episodios. En todos los enfermos el diagnóstico de porfiria se planteó en relación a una crisis, aunque muchos de ellos tenían antecedentes familiares y/o manifestaciones clínicas previas de la enfermedad. Hubo claro predominio (80 por ciento) de mujeres, pero ellas son, también, mayoría entre las porfirias agudas. Los síntomas más fecuentes fueron: dolor abdominal, taquicardia, orína obscura, trastornos neuropsíquicos e hipertensión arterial.El compromiso neurológico obligó al uso de respirador en 9 episodios (33 por ciento) que se mantuvo en 2 pacientes por 4 meses. En 6 crisis (20 por ciento) no hubo manifestaciones neurológicas. Entre los exámenes de laboratorio destacó la hiponatremia por su frecuencia (53.4 por ciento) e intensidad. Se observó elevación del portobilinógeno urinario, requisito para el diagnóstico, entre 15 y 130 veces el valor normal. Las complicaciones sépticas, como neumonía, septicemia e infección urinaria, fueron frecuentes (50 por ciento). Factores sospechosos de haber desencadenado episodios de crisis, fueron: drogas, habitualmente más de 2, en el 50 por ciento de los casos; embarazo en el 30 por ciento de las mujeres y, en menor proporción, ejercícios intensos e intervenciones quirúrgicas. En 10 pacientes no se identificaron o informaron factores desencadenantes de crisis. No es claro el rol del embarazo, parto o puerperio en producir crisis, por cuanto las pacientes que presentaron crisis relacionadas con ellos tuvieron otros 15 embarazos sin incidentes. Además, en el embarazo que se acompañó de crisis siempre estuvo presente una o más drogas potencialmente desencadenantes. La primera medida terapéutica empleada fue la administración, oral o endovenosa, de sobrecarga de hidratos de carbono y, si no hubo respuesta, se indicó infusión endovenosa de Hematina. Cuatro (13.3 por ciento) pacientes fallecieron aunque recibieron Hematina, pero ésta fue administrada tardiamente por demora en el diagnóstico. En los pacientes que sobrevivieron no hubo secuelas orgánicas de ningún tipo.