ABSTRACT
En este trabajo se examinan cómo a lo largo del siglo se desarrollaron los diferentes enfoques centrados en la interfaz entre la mente y el cuerpo, en pacientes que somatizan sus problemas psicosociales. Con la aparición del paradigma sistémico se amplía el contexto, incluyendo la familia, el grupo familiar y social y finalmente el contexto terapéutico, con una orientación que tiende a una mayor colaboración, circular e integradora entre las personas involucradas. Esta orientación supone que ningún evento biomédico sucede sin una repercusión psicosocial y ningún evento psicosocial ocurre sin una realidad biológica. Por lo que debe incluirse en el tratamiento no sólo una relación integradora de la enfermedad que incluya el aspecto psicofísico de la persona sino una complementariedad colaborativa no sólo con el terapeuta sino con el equipo médico e institucional.