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1.
Rev. colomb. cardiol ; 25(3): 169-173, mayo-jun. 2018.
Artículo en Español | LILACS, COLNAL | ID: biblio-978221

RESUMEN

La práctica de actividad física dirigida y programada, o incluso la promoción de un estilo de vida más activo, son cada vez más difundidas. De hecho, es claro que los beneficios de realizar estas actividades de forma regular constituyen un factor protector frente al desarrollo de patologías crónicas1. Estos efectos favorables se pueden evidenciar en prevención primaria y secundaria en pacientes con insuficiencia cardiaca, coronariopatía o hipertensión arterial2 y de manera más amplia para cualquier individuo sedentario con o sin factores de riesgo cardiovascular. De acuerdo con este panorama, la cantidad de personas que se pueden beneficiar de un programa de actividad física personalizada es cada vez mayor, fenómeno que hace que la utilización de métodos que permitan agilizar y facilitar la realización de dichos programas, sea más frecuente. Para los profesionales de la salud y para el médico en particular, es indispensable dar recomendaciones sobre la mejor forma de poder cuantificar la intensidad de un esfuerzo físico determinado, así como de la utilización correcta y la determinación de la frecuencia cardiaca (frecuencia cardiaca) como indicador de esta intensidad de esfuerzo. La determinación de la frecuencia cardiaca mediante el método manual, puede arrojar resultados imprecisos3 e incluso, en algunos casos, requerir de la interrupción del esfuerzo para su correcta utilización, alterando el resultado real. El uso del electrocardiograma y/o el Holter resulta imposible de manera regular y su bondad en el terreno es prácticamente nula.


Asunto(s)
Humanos , Masculino , Femenino , Electrocardiografía Ambulatoria , Ejercicio Físico , Monitoreo del Ambiente , Frecuencia Cardíaca , Estilo de Vida
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