Résumé
La experiencia de cinco años de trabajo con niños y familias víctimas de la represión política permite elaborar algunas conclusiones. Los problemas que motivan la consulta de salud mental son variados y responden a un sinnúmero de factores de los que el hecho represivo es fundamental aunque no único. También debe evaluarse el funcionamiento familiar e individual, la disponibilidad de recursos materiales, de relaciones humanas, sociales y psicológicos. El resultado final, al observar un niño que concurre a la consulta, depende en buena medida de la interrelación de estos factores y de cómo los adultos significativos sean o no capaces de acoger las normales angustias de un niño que ve su mundo desvastado por la represión. El concepto de "daño" o "niño dañado" por la represión política es inapropiado porque induce a pensar que hay hechos inmodificables y genera desesperanza en quien consulta y en el profesional que atiende. La psicoterapia procura desafiar presupuestos que no se cuestionan por parte de los adultos significativos para que finalmente generen un cambio de actitudes que les permita acoger a los niños tal como lo hace cualquier padre o madre ante una dificultad cotidiana. El hecho que la represión no genere trastornos específicos sino que estos dependen de muchos otros factores, no es razón para dejar de denunciarla, no por sus efectos médicos o psicológicos sino por la pretensión de conducir a un pueblo contra su voluntad a través del terror