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Perinatol. reprod. hum ; 27(3): 166-170, 2013. tab
Artigo em Espanhol | LILACS | ID: lil-703491

RESUMO

Objetivo: Comparar la utilidad de las puntas nasales versus cámara cefálica como método de fase I de ventilación, posterior al retiro de la presión continua de la vía aérea nasal o ventilación nasofaríngea, fase II de ventilación, en recién nacidos prematuros menores de 37 semanas de edad gestacional. Material y métodos: Se realizó un estudio comparativo, prospectivo, longitudinal y analítico de dos cohortes de recién nacidos pretérmino, en retiro de la fase II de ventilación y que requirieron oxígeno suplementario, el cual se administró por puntas nasales o cámara cefálica. Se incluyeron pacientes estables por clínica y gasometría, se evaluó la presencia de apnea, deterioro clínico y el mantenimiento o necesidad de regreso a la fase II de ventilación. Para el análisis estadístico se utilizó χ² para las variables cualitativas y t de Student para variables cuantitativas. Se obtuvieron riesgos relativos. Resultados: Se compararon 33 pacientes en puntas nasales y 34 en cámara cefálica; no existió diferencia estadística en relación al sexo, peso, edad gestacional, modo de ventilación de fase II, ni patologías que indicaran el uso de ventilación. No hubo diferencias en la saturación de O2, eventos de hiperoxigenación, eventos de apnea, parámetros gasométricos, presión arterial, temperatura y frecuencia cardiaca a las 48 y 72 horas de evaluación. Los efectos adversos fueron más frecuentes en el grupo de puntas nasales, 48.5 versus 11.8% para cámara cefálica (p = 0.003). Los niños con puntas nasales tuvieron un éxito del 84.8% de permanecer en la fase I, en comparación con el 58.8% de los niños en cámara cefálica (RR 0.36 con IC 95% 0.14 a 0.9). Conclusiones: Se encontró una proporción menor de fracaso en el retiro de la presión continua de la vía aérea nasal o ventilación nasofaríngea (fase II de ventilación) con el uso de puntas nasales en comparación a la cámara cefálica, pero la primera modalidad de ventilación tuvo un número mayor de complicaciones.


Objective: The aim of the study was to assess the efficacy of nasal prongs versus oxygen hood as respiratory support after the retirement of nasal continuous airway pressure or nasopharyngeal ventilation (respiratory support phase II), in newborn < 37 weeks of gestation. Materials and methods: We performed a comparative, prospective, longitudinal and analytical study of preterm babies during the retirement of the second phase of the respiratory support that required supplementary oxygen by nasal prongs or oxygen hood. Patients included were clinically stables with normal blood gases. They were under observation to detect apneas or clinical deterioration of the respiratory status to evaluate the need to return to phase II of respiratory support. Quantitative variables were compared using t Student test and the qualitative ones with χ² test. Relative risks were calculated. Results: We compared 33 newborns in nasal prongs versus 34 in oxygen hood. There were not statistical differences among sex, weight, gestational age, strategy of phase II respiratory support or the respiratory diagnosis. There were no clinical differences in the oxygen saturation, events of hyper oxygenation, events of apnea, blood gases concentrations, blood pressure, temperature and heart rate at 48 and 72 hours pf evaluation. Nasal lesions were predominant in the group of nasal prongs 48.5 versus 11.8% with the oxygen hood (p = 0.003). Nasal prongs success to be on phase I of respiratory support was 84.8 versus 58.8% in the oxygen hood (RR 0.36, IC 95% 0.14 to 0.9). Conclusions: Nasal prongs was more effective to avoid failure in the retirement of the phase II of respiratory support, but they were associated with an increment in the frequency of nasal lesions.

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