RESUMO
En los últimos años pareciera haber sido redescubierta la posibilidad de que los movimientos involuntarios anormales constituyan un síntoma de la histeria de conversión. Se constata un movimiento pendular nuevamente; los trastornos psicogénicos del movimiento parecen estar siendo sobrediagnosticados, a pesar de su relativa rareza. Esta tendencia puede ser explicada de diversas maneras. En primer lugar, por la misma naturaleza de los trastornos del movimiento en general, los cuales a menudo presentan apariencias extrañas o patrones poco habituales que pueden sorprender incluso al especialista experimentado. En segundo término, debido a que el diagnóstico de los trastornos del movimiento es principalmente fenomenológico, se tiende a considerar los casos raros o bizarros como psicogénicos, reviviendo ciertamente antiguas tendencias de la neurología clínica. Más aún, actualmente los neurólogos jóvenes están mal entrenados para reconocer la histeria, pudiendo fácilmente aplicar este diagnóstico a síntomas esotéricos o entendidos pobremente, especialmente si coexisten con perturbaciones psiquiátricas. Los criterios diagnósticos actuales que incluyen conceptos tales como trastornos del movimiento establecidos clínicamente, documentados, probables y posibles, reflejan bien estas dificultades diagnósticas pero son difíciles de recordar, poco prácticas e incluso engañosas. Claves que permiten sospechar un trastorno psicogénico subyacente son el comienzo abrupto, los eventos vitales concomitantes, la litigación, la inconsistencia de síntomas y la asociación con incapacidades pseudoneurológicas, tales como la debilidad y pérdida sensorial. Sin embargo, sólo se puede efectuar un diagnóstico definitivo cuando: 1) El movimiento anormal en cuestión aparece fenomenológicamente incompatible con el trastorno del movimiento que puede simular. El examen electrofisiológico puede ayudar en el temblor, en los síndromes de sobresalto y en la mioclonía pero no sirve en la distonía y el parkinsonismo. 2) Es posible revertir consistentemente el movimiento a través de la administración de placebo bien planeada. Se debe admitir que persistirá un cierto grado de incertidumbre en algunos casos (probables o posibles), en los cuales estos prerrequisitos puaden no ser factibles. Sin embargo, la sospecha -aunque imposible de probar- de una causa o refuerzo psicogénico de síntomas, aún en cuadros orgánicos, no es patrimonio exclusivo de los trastornos del movimiento