RESUMO
El diagnóstico de EI comienza con una cuidadosa historia y examen físico. El antecedente de endocarditis previa, valvulopatías previas (lesiones congénitas o adquiridas), manipulaciones dentales, genitourinarias, broncoscopias, drogadicción endovenosa o tatuajes en la piel, deben orientar a la puerta de entrada y bacteremia consecutiva. El diagnóstico puede basarse en la presencia de manifestaciones cardíacas o sistémicas. La presencia de un soplo cardíaco, reciente o que haya variado, asociado a fiebre, debe hacerse sospechar el diagnóstico, especialmente si existe una válvula protésica. Los criterios diagnósticos de Duke han sido un aporte para el diagnóstico de esta afección y para un manejo más oportuno y precoz de ella. Las complicaciones en la EI pueden afectar a cualquier órgano. Las complicaciones cardíacas son frecuentes y la insuficiencia cardíaca puede acarrear la muerte. La formación de abscesos intracardíacos con alteraciones en la conducción, pueden afectar el miocardio y pericardio, siendo necesaria la resolución quirúrgica. Las complicaciones extracardíacas, neurológicas, vasculares, renales y sépticas son comunes y habitualmente producidas por embolización de vegetaciones o complejos inmunes. A pesar de los avances en la detección y tratamiento de estas complicaciones, el manejo de este cuadro y su diagnóstico diferencial persiste difícil y es de alta letalidad.