Los
coronavirus no siempre permanecen confinados en el
tracto respiratorio. En determinadas condiciones pueden invadir el
sistema nervioso central y causar patologías neurológicas.1,2 Es por ello que la evidencia de infección por SARS-CoV-2 se define en los
pacientes, cuando se confirma
COVID-19, si la
PCR de muestras respiratorias (frotis nasal o faríngeo) o LCR fueron positivas para
ARN viral o si la
serología fue positiva para
IgM anti-
SARS-CoV-2 o
IgG.2 Sin embargo, los estudios están limitados en gran
medida y están restringidos tanto por la
geografía como por la
especialidad, por lo que no evalúan las
complicaciones neurológicas y neuropsiquiátricas de
COVID-19 en todo el espectro clínico de la
neurología,
psiquiatría e intensivos. Esta
determinación es dada porque en el momento prima la necesidad de
atención ante la crisis sanitaria actual.3,4 La mayoría de los informes publicados sobre las
complicaciones neurológicas de
SARS-CoV-2 (
COVID-19) se limitan a
casos individuales o series de
casos pequeñas.4,5 La capacidad potencial de neuroinvasión está bien documentada en la mayor parte de los
coronavirus humanos (OC-43, 229E, MERS y
SARS) y en algunos
coronavirus animales se
habla de
coronavirus de la
encefalomielitis hemaglutinante porcina.5,6 Se han descrito
síntomas neurológicos en
pacientes afectados por
COVID-19, como
cefalea,
mareo, mialgias y
anosmia, así como
casos de
encefalopatía,
encefalitis,
encefalopatía necrotizante hemorrágica,
ictus, crisis epilépticas,
rabdomiólisis, asociados a la infección por el SARS-CoV-2.7,8 En consecuencia, quedan muchas preguntas importantes para los
neurólogos y
psiquiatras. La amplitud de las presentaciones...(AU)