Algunos autores recomiendan un abordaje conservador del tratamiento de la gota en ancianos. Sin embargo, en la bibliografía no se dispone de series publicadas al respecto.Se han revisado los datos procedentes de una cohorte de pacientes con gota. Se seleccionó a 52 de 242 pacientes (21 por ciento) con edad igual o superior a los 70 años. Evaluamos las reducciones de urato sérico, número de ataques y tofos, el porcentaje de pacientes con urato inferior a 6 mg/dl y la variación de la función renal. Se recogieron datos sobre comorbilidad y efectos adversos previos por tratamiento con antiinflamatorios no esteroides y durante el tratamiento hipouricemiante. Asimismo, se les remitió una encuesta anónima sencilla de cumplimentar.De los 49 pacientes vivos, contestaron al cuestionario 35 (71,4 por ciento), cuyos datos fueron analizados. El 87 por ciento presentaba comorbilidad. La uricemia se redujo de 8,84 ñ 1,41 a 4,70 ñ 0,91 mg/dl (p < 0,001), un 97 por ciento con cifras de urato inferiores a 6 mg/dl, y el número de ataques por paciente y año, de 3,14 ñ 1,35 a 0,17 ñ 0,3 (p < 0,001). Once de 13 (85 por ciento) de los pacientes con tofos no los tenían al final del seguimiento. El aclaramiento de creatinina pasó de 63 ñ 27 a 70 ñ 26 ml (p = 0,037). Diez pacientes habían presentado efectos adversos graves previos al tratamiento, mientras que sólo cuatro presentaron efectos adversos leves durante el tratamiento. El 66 por ciento refería encontrarse mucho mejor, el 31 por ciento mejor y sólo el 3 por ciento igual o peor. El 97 por ciento creía que su problema había sido mejor controlado desde la consulta especializada.Concluimos que la gota en ancianos, más compleja por la presencia de comorbilidad, debe ser abordada por especialistas, y los resultados, desde los puntos de vista objetivo y de los pacientes, fueron muy satisfactorios (AU)