La
mielitis transversa aguda se clasifica dentro de las leucomielopatías agudas, siendo una de las
enfermedades desmielinizantes inflamatorias de más difícil
diagnóstico y de
pronóstico reservado debido a la
gravedad del daño producido y
sus secuelas funcionales. En esta
patología, la conducción de los impulsos nerviosos ascendentes medulares resulta totalmente bloqueada en uno o más segmentos, pudiendo llevar a una
parálisis sensitivo motora y autonómica con
pérdida de control intestinal y vesical. Su
etiología se desconoce, pero alrededor del 30 al 50 por ciento de los
casos aparecen tras
enfermedades virales inespecíficas y es más frecuente en
pacientes menores de 40 años; también puede ser expresión de un brote de
esclerosis múltiple o asociarse a ciertas
infecciones bacterianas, como reacción ante
vacunas o aparecer en adictos a
drogas por vía intravenosa. Otras
causas descritas son
fármacos, como la
sulfasalazina; las
neoplasias, como el
linfoma de células B y la
leucemia mielomonocítica y paraneoplásica, fundamentalmente secundaria a
carcinoma broncogénico. Las investigaciones avalan que la
fisiopatología del cuadro es producto de una reacción inflamatoria de
carácter autoinmune desencadenada por estas situaciones. El
diagnóstico y el
tratamiento oportuno favorecen la total
recuperación de los
síntomas. Sin embargo, es habitual que,
frente al desconocimiento de la
enfermedad y a la inoportuna
consulta al
especialista,
personas jóvenes y económicamente productivas, queden gravemente secueladas. Por otro lado, la nula
rehabilitación de los
pacientes a nivel de la
salud pública hace que el
pronóstico sea aún más desfavorable.