El
síndrome de Guillain-Barre, es una polirradiculoneuropatía inflamatoria aguda de
carácter progresivo; producto de la
inflamación de los
nervios periféricos secundaria a factores autoinmunes. El
síndrome ha emergido como la
causa más frecuente de
parálisis flácida en los
niños a partir de la eliminación de la
poliomielitis y se ha relacionado con
infecciones. La secuencia de eventos que conllevan a las
manifestaciones clínicas no se ha podido dilucidar y existen dudas con respecto al mecanismo de la
lesión. Se ha clasificado en cuatro grupos desde el punto de vista fisiopatológico polineuropatía sensitivo-motora desmielinizante, neuropatía motora axonal aguda, neuropatía sensitivo-motora axonal aguda y
síndrome de Miller Fisher. Es una
enfermedad monofásica con una duración menor a doce semanas, generalmente inicia con parestesias y
debilidad distal de
miembros inferiores. La progresión de la
debilidad es ascendente y variable, pudiendo comprometer los
miembros superiores, tronco, musculatura facial y
orofaringe. En
casos severos hay compromiso respiratorio, requiriendo
ventilación. Las
causas de
mortalidad son
disautonomía y
falla respiratoria. Los criterios necesarios para el
diagnóstico son
debilidad motora progresiva de más de un miembro y arreflexia o
hiporreflexia marcada. El
diagnóstico debe ser confirmado con
análisis de LCR y estudios electrodiagnósticos. Una vez se sospeche clínicamente el
diagnóstico, el
paciente debe ser hospitalizado para
vigilancia médica, cuidados de sostén, reconocimiento e intervención de las
complicaciones que ponen en
riesgo la
vida del
paciente. La
plasmaferesis es el único
tratamiento superior al manejo de soporte. El
síndrome produce discapacidad muy frecuentemente, más del 40 por ciento de los
pacientes requieren
rehabilitación. Los
pacientes infantiles tienen un mejor
pronóstico que los
adultos y un menor índice de secuelas, estas son
menores, la mayoría de los
pacientes se recuperan espontáneamente.