ABSTRACT
Las herramientas de genotipificación intra-especie de Mycobacterium tuberculosis desarrolladas durante los años 90 no sólo dieron un impulso notable a la epidemiología de la tuberculosis, también pusieron de manifiesto un fenómeno hasta entonces soslayado en los laboratorios de tuberculosis: la contaminación cruzada de muestras. Este error consiste en la transferencia accidental de bacilos de una muestra con alta carga bacilar a la o las procesadas subsecuentemente. La consiguiente aparición de falsos cultivos positivos puede inducir al diagnóstico erróneo de tuberculosis y la instauración de tratamientos prolongados con drogas potencialmente tóxicas. Esa secuencia de errores conduce al mal manejo de los pacientes involucrados, la distracción de los recursos del sistema de salud y la distorsión de los resultados de análisis epidemiológicos. Se detectó contaminación cruzada en todos los laboratorios donde fue investigada sistemáticamente, con tasas de alrededor del 3% de los cultivos positivos. La confirmación requiere confrontar resultados bacteriológicos, clínicos, epidemiológicos y de genotipificación. Realizamos aquí una revisión de la información nacional e internacional sobre el tema y describimos las medidas recomendadas para minimizar el riesgo, vigilar la ocurrencia y evitar las consecuencias clínicas de este error de laboratorio que vulnera la certeza de un cultivo positivo.
A remarkable input to the epidemiology of tuberculosis was not the only benefit of the molecular tools developed in the early nineties for Mycobacterium tuberculosis intra-species differentiation. These genotyping methods served also to unveil specimen crosscontamination, which was until then overlooked in laboratories culturing mycobacteria. This error consists in the accidental carry-over of bacilli from a specimen with high bacterial load to that, or those, processed subsequently. The ensuing detection of falsely positive cultures can result in a wrong diagnosis of tuberculosis and the initiation of a long-lasting treatment with potentially toxic drugs. This series of errors implies the mismanagement of patients, the distraction of public health system resources, and the distortion of epidemiological data. M. tuberculosis laboratory cross-contamination was detected wherever investigated systematically, with a median rate of 3% of all positive cultures. The confirmation of this error requires a critical appraisal of bacteriological, clinical, epidemiological and genotyping results. We present here a review of national and international information on laboratory crosscontamination and describe measures recommended for minimizing the risk, surveying the occurrence, and avoiding clinical consequences of this laboratory error that raises a question on the reliability of a positive culture.