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1.
Rev. neuro-psiquiatr. (Impr.) ; 85(2): 117-126, abr.-jun 2022. graf
Article in Spanish | LILACS-Express | LILACS | ID: biblio-1409925

ABSTRACT

RESUMEN Durante la pandemia del síndrome agudo respiratorio severo por COVID-19, la demencia se ha identificado como desproporcionadamente común en los adultos mayores de 65 años que desarrollaron un cuadro viral grave. El Consorcio Internacional de infecciones respiratorias agudas graves y emergentes confirma una alta prevalencia de hospitalizaciones en adultos mayores con demencia. Esta sub-población presenta, en su mayoría, una variedad de comorbilidades, en particular, la fragilidad que puede exacerbar aún más el riesgo de infección muy severa. Además, hasta un tercio de los pacientes con COVID-19 puede presentar secuelas cerebrales o neurológicas, efectos directos (infección viral de las neuronas, efectos vasculares) e indirectos (respuesta inmunológica del huésped, impacto del tratamiento). Esta revisión plantea la posibilidad de que la infección pueda acentuar cualquier enfermedad neurodegenerativa preexistente. Por otro lado, varios estudios han descrito que una proporcion de pacientes presenta despues del alta deterioro cognitivo, ánimo deprimido, ansiedad, insomnio y manifestaciones de trastorno por estrés postraumático. Enfermedades crónicas como la demencia están pues asociadas con tasas más altas de hospitalización y mortalidad, y exacerban aún más la vulnerabilidad de los adultos mayores y el colapso en sus cuidadores.


SUMMARY During the severe acute respiratory syndrome due to the COVID-19 pandemic, dementia has been identified as disproportionately common in adults older than 65 years who develop a serious viral infection.vere coronavirus disease in 2019. Data from the International Consortium on Severe and Emerging Acute Respiratory Infections confirmed a high prevalence of dementia in older hospitalized adults. Dementia is likely to be associated with a variety of comorbidities, in particular, frailty, which can further exacerbate the risk of serious infection. In addition, up to a third of patients with COVID-19 have demonstrated cerebral/neurological sequelae with direct (brain infection, vascular effects) and indirect (host immune response, treatment impact) effects. It is possible that the infection may accentuate any pre-existing neurodegenerative disease. Several studies have described cognitive decline, depressed mood, anxiety, insomnia, and post-traumatic stress disorder in a proportion of patients after discharge. Therefore, chronic illnesses, such as dementia, can be associated with higher hospitalization and mortality rates, and may exacerbate the vulnerability of older adults and the breakdown of their caregivers.

2.
Rev. neuro-psiquiatr. (Impr.) ; 85(1): 55-65, ene.-mar. 2022. tab, graf
Article in Spanish | LILACS-Express | LILACS | ID: biblio-1377164

ABSTRACT

RESUMEN Los adultos mayores tienen mayor riesgo de desarrollar epilepsia. Con un aumento progresivo de la expectativa de vida, este grupo muestra el más rápido incremento entre los pacientes con epilepsia. El tratamiento en sí se complica debido a los cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento, las comorbilidades, los problemas cognitivos concomitantes, las interacciones farmacológicas complejas y las dificultades en la adherencia a regímenes medicamentosos. Las crisis epilépticas se pueden controlar en la mayoría de los pacientes adultos mayores con dosis bajas de un solo fármaco anticrisis epiléptica de efecto específico. La tolerabilidad es un factor importante en la selección del fármaco, ya que los pacientes adultos mayores tienden a ser muy sensibles a los efectos secundarios. Para los fármacos anticrisis epiléptica que operan como inductores enzimáticos se debe valorar su retiro del arsenal terapéutico en favor de nuevos agentes que han demostrado similar eficacia y mejor tolerabilidad. Lamotrigina y levetiracetam son los fármacos anticrisis epiléptica más recomendados actualmente para el manejo de este cuadro en los adultos mayores. Aun cuando puede tratarse de una epilepsia fácilmente controlable, es recomendable mantener el tratamiento de forma indefinida en los adultos mayores dada la tendencia recurrente de las crisis. Se requieren más estudios que aborden los mecanismos fisiopatológicos de la epilepsia en este grupo etario y una mayor inclusión de los adultos mayores en ensayos clínicos, así como el desarrollo de modelos de atención integral que optimice el cuidado de estos pacientes.


SUMMARY Elderly people are at a higher risk of developing epilepsy. With a progressive increase in life expectancy, this is the fastest growing group of epilepsy patients. Their treatment is complicated by the presence of physiological changes related to aging, comorbidities, concomitant cognitive problems, complex drug interactions, and difficulties in the adherence to medication regimes. Seizures can be controlled in elderly people patients with low doses of a single epileptic seizure drug. Tolerability is an important factor in drug selection, as elderly people patients tend to be very sensitive to side effects. Enzyme-inducing anti-seizure drugs should gradually be left out of the therapeutic arsenal in favor of new anti-seizure drugs that have shown similar efficacy and better tolerability. Levetiracetam and lamotrigine are the most recommended anti-seizure drugs for older adults with epilepsy nowadays. Although it could be easily controlled, it is recommended that older adults continue their treatment indefinitely, due to the recurrent seizures' proclivity. More studies are needed to address the pathophysiological mechanisms of epilepsy in this age group, and greater inclusion of elderly people in clinical trials is needed, as is the development of comprehensive care models to provide optimal patient care.

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