RESUMO
Aparte de las variaciones cíclicas tales como día-noche, estaciones y cambios de temperatura y humedad, los organismos vivos han desarrollado adaptaciones para ajustar su fisiología y su conducta a otros cambios exteriores y para ello aparecieron en la evolución los relojes biológicos, cuyo prototipo -y hasta ahora el único bien caracterizado-, es el ubicado en el núcleo supra-quiasmático del hipotálamo, que percibe señales aferentes de la retina e informa al resto del sistema nervioso central.Hay otros marcapasos locales identificados in vitro en el pulmón y el hígado, que muestran oscilaciones circadianas y se acepta que actúan como sincronizadores de otros ritmos biológicos del organismo.Los autores demuestran, en experimentos en ratas, que la llegada del alimento actúa como sincronizador, al restringir el mismo o cambiar la alternancia de su administración. Esto afecta los procesos de balance energético, los estados de anabolismo o catabolismo, reflejados en los niveles de ácidos grasos y cuerpos cetónicos en sangre, la glucosa, la insulina y la leptina. Es más, parece que el hígado contiene un sistema de estimación del tiempo que lo convierte en un oscilador circadiano.