ABSTRACT
Informamos de 41 enfermos menores de 40 años con infarto agudo del miocardio y angiografía coronaria estudiados en el Instituto Nacional de Cardiología "Ignacio Chávez". El 97.5% fueron varones y la mayoría (80.5%) cursaban la cuarta década de la vida. Los factores de riesgo coronario en estos pacientes son similares a los del enfermo viejo, excepción hecha de la tensión emocional que presumiblemente esistía en el 75% de nuestros casos. La localización del infarto no tuvo predilección por alguna región en particular. Existieron diversos trastornos del ritmo en la etapa aguda, pero fue ostensible la escasez de casos con insuficiencia cardiaca o choque cardiogénico, bloqueo aurículo-ventricular completo y fibrilación ventricular. La mortalidad atribuible al propio infarto fue nula. En el 61% de ellos existió lesión univascular o angiografía normal y sólo el 12% fue trivascular. Los casos sin lesión coronaria demostrable angiográficamente no mostraron carencia significante de factores de riesgo mayores pues los hubo con hipertensión, tabaquismo, obesidad e hiperlipidemia. Todo parece indicar que la tensión emocional es un factor importante y creciente en esta población; que la evolución de estos infartos es favorable y la mortalidad baja, contrariamente a lo que algunas publicaciones han informado
Subject(s)
Adolescent , Adult , Humans , Male , Female , Myocardial Infarction/etiology , Angiography , RiskABSTRACT
Se analizan los 14 casos de fístulas arteriovenosas coronarias observadas en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez. La fístula se originaba en la coronaria derecha en el 57.1% de los casos, en la coronaria, izquierda en el 35.7% y en ambas coronarias en el 7.2%. Por otra parte, la desembocadura de los trayectos fistulososo se hizo en el ventrículo derecho en 71.4%, en la aurícula en 7.2% y en la arteria pulmonar en 21.4%. Los datos del examen físico, el estudio radiológico y el electrocardiograma son los que habitualmente se encuentran en las malformaciones con cortocircuito entre la aorta y las cavidades derechas o la arteria pulmonar. El diagnóstico definitivo se logra por la angiografía. El ecocardiograma bidimensional y Doppler pueden ser de gran utilidad en el reconocimiento de la fístula. La historia natural depende de la edad del paciente, de la magnitud del cortocircuito, de la presencia de hipertensión arterial pulmonar y de la presentación de complicaciones. Aún cuando en algunos casos con coroticurcuitos pequeños la tolerancia es buena, la malformación es potencialmente grave, y así, el 14.3% de los pacientes presentaron endocarditis infecciosa, el 42.9% sufrieron insuficiencia cardíaca, el 14.3% tenían angor pectoris y el 54.5% presentaron hipertensión arterial pulmonar. La mortalidad en esta serie fue de 28.6%. El tratamiento óptimo de las fístulas arteriovenosas coronarias parece ser su ligadura durante la infancia. Sin embargo, el procedimiento quirúrgico no está exento de riesgos y 2 de los 3 pacientes de esta serie que fueron operados después de 1967 presentaron infartos del miocardio perioperatorios. La mejoría de la técnica quirúrgica debe prevenir esta complicación